Así se conoce a Mariscal Benavides, uno de los doce distritos de la Provincia de Rodríguez de Mendoza, que hoy siendo la puerta de ingreso a esta provincia mejora su presencia física y mantiene vigente sus usos, costumbres y tradiciones. Es a primera vista el primer distrito que se divisa en el valle. Ese valle verde y plano que refleja la belleza del lugar. Un lugar paradisiaco y terrenal que aflora su misterio y su raza sin igual.
Mariscal Benavides, cuenta con una extensión territorial de 176.18 Km2, su frontera territorial limita con los distritos de Vista Alegre, San Nicolás, Huambo, Longar y Molinopampa. Cuenta con todos los servicios que permiten mejorar la calidad de vida de la población, excepto lugar específico para recolectar la basura que es enterrada en los domicilios o arrojada al río San Antonio.
HOJA DE RUTA
Se sale de Chachapoyas en los autos que cubren la ruta, recorremos Pipus, Molinopampa, San José, Izcuchaca y en la parte inferior del valle se ubica este distrito. Distrito que visito periódicamente por razones familiares y porque vivir en ella es motivo de reencuentro con la naturaleza, con el aire puro. Un distrito donde se huele a aguardiente o pisco guayacho, a guayaba, a maní, a caña, a naranja y a yuca. A locros como el forzoso, a cuy, a cecina y a plátano sancochado.
SUS COSTUMBRES Y TRADICIONES
Sin lugar a dudas en Mariscal Benavides, la fiesta más representativa y motivo de recogimiento de sus hijos a nivel mundial es la fiesta del mes de Junio, en homenaje al “Sagrado Corazón de Jesús”. Fiesta que se celebra por cinco días y es ocasión para que cientos de personas de todas partes del país y especialmente de España arriben al lugar y conviertan la apacible localidad en un pueblo que vive de fiesta, de alegría, de reencuentro y amor por el terruño. Una zona obligada y de peregrinación es el cerro de la cruz, distante a una hora de Mariscal. Esta fiesta de mayo, es ancestral y mueve multitudes de personas que llevan fiambre y música y regresan más que guashpeados.
En estos días con mayor esmero se disponen de una variedad de comidas tradicionales, tales como los locros de yuca, frijol y cushe al cual se agrega maní molido, un plato de yucas fritas acompañando a un crujiente cuy o cecina, además de sus rosquitas, caramelos guayachos hechos con leche y maní, los turrones, alfeñiques. Es ocasión también para tomar el aguardiente que no envidia al sabor del pisco, al anisado o una serie de tragos made in guayabamba.
Mariscal de lejos se esconde en la espesura del valle. Es pequeña. Es tierra del equipo Defensor Mariscal de donde han salido grandes deportistas. Es el clásico rival del “muni” de Mendoza. Es la tierra de las bonitas mujeres: esbeltas, ojos claros, sonrisa pura y como todo guayacho de un dejo especial al hablar.
El mariscalino es alegre y mano suelta. Una forma de manifestarlo es en las peleas de gallos. En este lugar existe el galpón “El Guayacho” de la familia Peláez Mesía y administrado por Jerson Túnjar. Tanto los gusta este juego que en una noche se realizan hasta sesenta peleas. Es sorprendente ver como se cuidan a estos animales, los acarician y cuando están en la pelea escuchar: ¡Dale negrito!. ¡Tú puedes, chilito! ¡Ya lo tienes, pinto! ¡En la cabeza condenao!, etc. Jerson me indica que en una noche de junio hasta cuarenta mil soles se puede jugar, ya que este galpón es muy conocido hasta en Tarapoto e Iquitos.
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